Eyersalem y Malaku. Otro cuento es posible!

Trenzas al aire, Eyersalem corria distraida detras de su burro, Tafari. En pocos kilometros aparecerian pastos algo mas verdes, al lado de un hilito de riachuelo.

Tafari, que recordaba otros tiempos en que este era un rio que corria poderoso, tendria que compartir alli, esos escasos bienes con ovejas, bueyes, camellos, cabras e incluso con traviesos monos babuinos.

Mientras, ella llenaria sus bidones de plastico, con agua suficiente para lavarse y cocinar durante un par de dias. Quizas despues, con los animales pastando tranquilos, tendria un ratito para compartir juegos y bromas con los niños y niñas pastoras. Unos tenian cinco años, otras seis o siete. Ella era de las mas mayores.

De vez en cuando no podia evitar recordar cuando iba a la escuela...a su maestra Almaz, lo mucho que la queria y cuanto disfrutaba en su clase de ingles, aprendiendo nuevas palabras y canciones; tambien a su inseparable amiga Abeba o, a Kyros... que era tan guapo.

Pero este curso ya era la mayor de la familia y sus hermanos, Emanuel y Kidan la necersitaban en casa. Tuvo tiempo a lo largo de los ultimos meses de despedirse de su madre, de entender un poco que era eso del sida, lo que le iba a suceder y de prepararse para sus nuevos compromisos. No en vano, en su comunidad eran ya muchos los huerfanos que vivian solos, en el que fue, el hogar que compartieron con sus padres.

A su padre, en cambio, apenas le recordaba. Cuando ella tenia cinco años, al final de la guerra contra Eritrea; un pais que segun le dijeron en el colegio, antes era parte del suyo; trabajando un dia en el campo, tuvo la mala fortuna de pisar una de esas bombas, que le explicaron, se llaman minas anti-persona. Pero eso nunca lo entendio demasiado, a pesar de que tambien en el colegio, les habian advertido alguna vez, sobre el peligro de jugar en determinados campos o carreteras, por la posibilidad de encontrarse con esas mismas bombas, que le parecia recordar, podian incluso tener forma de mariposa o de muñeca, para que los niños al verlas, quisieran acercarse a cogerlas.

Estos pensamientos la acompañaban de forma inesperada ultimamente, pero al llegar al verdoso prado y reconocer a sus nuevas amistades, la melancolia dejaba paso al alboroto de mugidos, gritos, risas y bramidos.

Colas en el riachuelo, aprovechadas por los mas gamberros para fastidiar al resto; por otros, para descubrir miradas furtivas de aquellas que empezaban a advertir sentimientos nuevos y extraños; mientras los mas mayores se enfrascaban en apasionadas conversaciones sobre todo y nada.

...la verdad es que Eyersalem no podia distraerse demasiado y la madurez de sus nueve años, le hacia recordar rapidamente que tenia que comprar y cargar la leña, junto con el agua, sobre Tafari y llegar a tiempo de recoger a la pequeña Kidan y llevarla a la feeding room, la segunda de las tres veces que lo haria a lo largo del dia, para que, como el resto de aproximadamente quinientos niños y niñas menores de cinco años y con un peso inferior al adecuado, pudiera recibir una nueva racion de papilla.

Feeding room, entendia perfectamente la niña, era una sala de alimentacion. Este comedor; Ista y Numbe, las simpaticas trabajadoras sociales que a menudo se interesaban por ella y su familia; el hecho de poder seguir viviendo en su casa y no en un masificado horfanato; la muy esperada y divertida jornada de reforestacion y riego semanal y muchisimas cosas mas en Wukro, su pequeña ciudad, se daba cuenta Eyersalem, que estaban directamente relacionadas con la persona que ahora ella mas queria y admiraba, el abba Malaku, que en la lengua de el, que era farangi -extrangero-, creia que significaba, padre Angel.

Letsebet, su tia de quinze años, que a menudo visitaba a los tres hermanos, le habia explicado recientemente, que tambien la escuela pre-universitaria de St. Mary's, en donde este año empezaba a estudiar, dependia de los esfuerzos de Angel y sus compañeros y que gracias a la misma, que era para chicos y chicas con poco dinero, muchos jovenes habian podido encontrar posteriormente un trabajo o ir a la universidad.

Para las chicas, le contaba Letsebet, ir a la escuela significaba tambien retrasar embarazos y, en su caso concreto, poder dejar de tener que ir a tomar cafe con algunos soldados o incluso farangis mayores, que la invitaban por ser muy guapa. De esta manera, aparte de estudiar, podria evitar, no entendio Eyersalem muy bien el porque, riesgos con el sida, ya que el abba Malaku, al conocerla en la escuela le propuso, como a otras amigas, compaginar los estudios con pequeños trabajos remunerados en st.

Mary's, dando clases de repaso a niñas mas pequeñas; colaborando en la cocina o cuidando del productivo huerto del patio; pudiendo renunciar si lo deseaba, a ir a tomar cafe con los hombres que la invitaban.

Estas charlas con su tia; normalmente despues de la cena, consistente unicamente en la tipica torta de arina, la inyera; estiradas en el corral de su casita y mirando al jardin de luces en el que se convertia cada noche Wukro y seguramente Etiopia entera, hacian renacer en Eyersalem las ganas de volver a los estudios, aunque ahora no fuera el momento...quizas mas adelante, quizas con la ayuda del abba Malaku, -soñaba, niña de nuevo por unos instantes-, que tambien ella iria algun dia a la universidad y que tal vez, estudiaria medicina y asi podria en un futuro intentar curar el sida y evitar asi, la muerte de mas mamas como la suya.

Tafari, con un cariñoso empujoncito con el morro, la saco de sus quimeras. Era la hora de desandar el camino a casa y aparcar deseos de realidades futuras. Fuera como fuese, el caso es que una semilla esperanza empezo a germinar ese dia en su interior, al unisono que maduraban los pensamientos de la joven.

Una semilla esperanza que Tafari, Letsebet, Almaz, Angel...intentarian una vez mas, luchando contra un obstinado presente, transformar en fruto realidad, regando con entrega y amor a esta niña Africa, a esta niña vida!

miki

Dedicado a Angel Olaran y a todos los niños y niñas Eyersalem de todas partes.